agosto 23, 2015

Los hospitales se preparan para la CIE10, (6) claves para la gestión del cambio

En enero 2016 en España entra en vigor la CIE10 substituyendo a la CIE9, el sistema de clasificación de diagnósticos que se viene usando desde hace más de 25 años en los hospitales para informar de la casuística atendida a través del CMBD.

Por una vez, y aunque quizás no es para estar contento, vamos casi a la vez que en USA, donde el cambio va a producirse en octubre de 2015, aunque aquí no va a tener el efecto directo sobre la financiación de los hospitales que tiene en USA, excepto un poco en el caso de Catalunya, donde sí se modula una parte de la financiación por la complejidad de la casuística aplicando los GRD, concretamente y desde este año 2015, los APR-GRD.

¿Estan preparados los hospitales para este cambio? Quedan 4 meses, un año más en Catalunya, donde el CatSalut ha pospuesto la entrada en vigor hasta no antes de enero del 2017. En este post expongo los conceptos básicos que me aplico para responder a la pregunta de ¿qué hay que hacer?

Como siempre, mejor no improvisar. Vamos a organizarnos, vamos a hacer un plan. Lo primero vamos a constituir un grupo de trabajo (que no una comisión), con un responsable de proyecto que conozca bien los nuevos requerimientos (1), para establecer la lista de acciones necesarias con un calendario concreto (2), y vamos a evaluar la necesidad de un soporte externo por alguna empresa especializada.

Vamos a estimar qué impacto tiene el cambio de CIE9 a CIE10 en el hospital, concretamente en el proceso de codificación, en la documentación necesaria, en el área de IT y en la facturación (3).



Todo esto va a requerir de una inversión, ni que sea indirecta por coste de oportunidad si no disponemos de fondos adicionales. Si todo el proceso de adaptación al cambio es interno se deberán asumir ciertas actividades nuevas, y algunos procesos van a requerir más recursos (esfuerzo y/o tiempo de los profesionales implicados) que dejaran otras actividades en stand-by. Teniendo en cuenta el alto impacto económico que pueden tener, sobre todo, los aspectos de codificación y los cambios en los sistemas informáticos, estaría bien establecer un presupuesto (4).

El servicio de documentación clínica y codificación va a sufrir un impacto muy significativo. Si se dispone de un servicio interno, tendremos que asumir una mayor carga de trabajo. Si tenemos la codificación externalizada, o se prevé contratar temporalmente una parte, con toda probabilidad el coste de utilizar CIE10 va a ser superior respecto a la codificación en CIE9. En ambos casos existirá un proceso de formación, con su curva de aprendizaje correspondiente. Aunque se puede esperar que con un servicio mixto, con soporte en outsourcing para la codificación, la transición puede ser más eficiente, seríamos prudentes antes de establecer qué aumentos de plantilla o de soporte externo vamos a necesitar, como mínimo hasta acumular una experiencia suficiente en la práctica con la CIE10.

Los profesionales clínicos también están implicados en el proceso, son (también lo son ahora con la CIE9) la fuente de información. Por obvio, en algunos hospitales puede no darse la importancia fundamental que esto tiene. Las reuniones periódicas que se hacen con los responsables de los servicios clínicos, deberían incluir sistemáticamente este tema en el orden del día, en mi experiencia los resultados son muy positivos (5).



Sería aconsejable programar, tan pronto como sea posible, una evaluación del proceso del cambio y de su impacto (6), sirviendo los resultados preliminares para identificar posibles áreas de mejora sobre las que actuar de manera dirigida y con más intensidad. En resultados podríamos comparar que códigos CIE9 estábamos usando antes con más frecuencia, y qué códigos eran los más críticos por su aportación por ejemplo a la complejidad de los pacientes, qué códigos CIE10 podrían ser sus homólogos, y comprobar cómo estos se están utilizando. En este sentido, no hay que olvidar que las diferencias encontradas pueden ser debidas a que la documentación clínica no cumpla bien con los requerimientos necesarios para aplicar la CIE10 con las mejores garantías, lo cual en sí mismo ya es un hallazgo relevante sobre el que actuar.

Es posible que la transición nos lleve meses, o años, hasta que tengamos el cambio bien consolidado. Durante este tiempo, el grupo de trabajo constituido en el hospital deberá evaluar sistemáticamente que no se pierda complejidad relativa respecto a la identificada en CIE9, o al menos, que las posibles pérdidas sean objetivas, y no el resultado de deficiencias en el proceso de información y registro de diagnósticos y procedimientos.

Y todo sin olvidar que las metodologías de evaluación de la calidad, la eficiencia, etc., se deben adaptar también de la CIE9 a la CIE10. Un cambio muy significativo… va a ser interesante observar cómo cambian los resultados de benchmarking en los análisis de gestión de los hospitales (lo veremos en el BS3), y qué efecto tendrá la utilización de los GRD-APR como sistema de ajuste por severidad y riesgo de mortalidad, más allá del presumible escaso impacto global en la financiación de los hospitales.

No obstante, al final del camino, asumiendo que se habrá mejorado el método basado en un mayor alcance de la información, los resultados de benchmarking serán más fiables, identificarán mejor la realidad, y serán más útiles para la gestión sanitaria.


Actualización junio 2016: Resumen de softwares de ayuda a la codificación, ponencia de Lluís Vilardell en la SCDM.

Octubre 2016: Clasificación Internacional de Enfermedades: Del CIE9 al CIE10

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