Una cosa es documentar el proceso asistencial y otra es
codificar dicha documentación. En muchos centros de salud los médicos
seleccionan códigos motivos de consulta, diagnósticos de comorbilidades,
procedimientos realizados, etc., a partir de la selección en un desplegable
informatizado, y con ello están codificando su actividad clínica.
Existen software de ayuda a la selección simple o directa de códigos de diagnósticos y procedimientos, incluso sistemas de "traducción" de literales a códigos, orientados a simplificar al extremo la selección del código “más idóneo”, para que incluso un profesional asistencial pueda realizar esta tarea (para la cual no está formado, ni en muchas ocasiones motivado).
Esto puede parecer eficiente a priori,
pero se debe tener en cuenta la evaluación de cómo de precisa es la información
que se registra a partir de los códigos que un médico asigna, y para qué se va a utlizar la información posteriormente. Deficiencias en
este registro conducen a una situación no deseada de pérdida de valor de la
información para la gestión clínica, así como para la asignación de la complejidad
y la estimación de la productividad.
Lo que parece que pudiera ser un ahorro se puede convertir en
una ineficiencia, si no se tiene en cuenta la calidad de la información, y no
se sopesa el coste de los diferentes recursos dedicados al registro de la información,
comparando el coste/tiempo del médico respecto al de un documentalista. ¿Qué parte
del horario laboral de un profesional asistencial es adecuado que se dedique a
tareas puramente administrativas, como puede ser la codificación?... No
confundir con la necesidad de documentar los hechos.
También habría otro aspecto a destacar en el ámbito de la fiabilidad de la información. Está documentado que si el profesional asistencial codifica con nula o escasa supervisión o revisión externa de su codificación, la tasa de registro en casos que originan una reclamación puede descender en un 27%.
Tener documentalistas expertos es beneficioso para un centro de salud por diferentes motivos, y permite un mejor balance entre cantidad/facilidad y calidad de la codificación:
- Mejora la fiabilidad de la información a través
del cumplimiento de la Normativa de Codificación.
- Se minimiza la necesidad de realizar auditorías
internas, que se pueden focalizar en aspectos de mejora concretos más allá de
la revisión de la calidad general y de errores de los registros.
- Se separa la documentación de los hechos clínicos
que realizan los médicos, del proceso estricto de registro en sistemas de codificación,
evitando posibles “conflictos de interés”.
- La profesionalización de la codificación clínica
permite maximizar el registro de condiciones que favorecen la valoración de la
complejidad de la casuística.
La fórmula del éxito podría ser aprovecharlo todo en su justa medida, es decir, disponer de codificadores propios con herramientas de
ayuda experta a la codificación, corresponsabilizar a los profesionales
asistenciales de la necesidad de disponer de unos registros clínicos
sistemáticos de calidad, realizar periódicamente auditorías lideradas por el
equipo interno de documentalistas, y contratar servicios de codificación
externalizados para amortiguar picos de trabajo y para realizar evaluaciones
comparativas de la calidad de la documentación propia buscando aspectos de
mejora.